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Foto Thibault Felez |
Llega el día en que una piedra se columpia, vacila, tambalea; y finalmente cae dentro de ti. Su impulso, su fuerza hace que las otras piedras – cansadas, grises, desgastadas - que forman el muro cedan y caigan junto con ella.
Una avalancha, una catástrofe, una hecatombe. Al final solo hay piedras dispersas de lo que era un muro, una fachada, una apariencia.
El muro destruído te encuentras desnudo, despojado del antifaz. Contemplas las ruinas, el desastre, el crack. Cuando las luces se apaguen, no podras escapar de estar a solas contigo mismo.