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Foto Virgen de Tierra |
Llevo 6 horas sumida en la penumbra, en esta patente oscuridad que todo lo invade, que todo lo abraza, que todo lo cubre. Vago en las tinieblas de mis pensamientos. Escucho mi respiración, me concentro en el difícil arte de guardar silencio. Espero. Dilato las pupilas, el resultado es el mismo: todo sigue siendo negro. Es de noche aquí dentro, es de noche allá afuera, es de noche en el alma.
El sol se ocultó hace varias horas y se llevó consigo su calidez, juro que hoy, lo necesito más que ayer. Intento engañar al cuerpo a base de infusión, el fuego se consumió hace dos horas; y ya nos bebimos todo el alcohol.
Estoy lejos de casa, de la modernidad, lejos de todo; en la cima, en la cumbre de una montaña. Cuatro delgadas paredes me aislan del mundo exterior, me protegen del viento, pero no de las bajas temperaturas que me recorre el cuerpo. Mi rostro hoy hace juego con lo gélido y lo húmedo.
Esta noche entiendo la condensación y sus misterios. Llueve aquí dentro, en el corazón, también llueve. Esto no ayuda en la dificil tarea de dormir. Es un castigo, una penitencia, una forma terrible de encontrar la redención.
La culpa es mia, por no hacer las preguntas adecuadas, por dejarme llevar; por partir detrás de la palabra aventura sin un mínimo de preparación. Con una tienda para acampar prestada, sin una bolsa de dormir, sin lámpara, sin comida, sin mantas, sin bebidas calientes. Olvidé que aquí en lo alto, no hay supermercados.
Un cuerpo al lado mio deja de simular la muerte, sale de la inmovilidad. Me dice que no puede dormir, que tiene frío, que ya no puede más. Le propongo que nos abracemos, me responde «eso, jamás». Ella no juega a mujer contra mujer. Solo faltaba eso, confundir el abrazar con el besar. Esta noche me hace falta calor humano, me hace falta de verdad. Tirito de frío, ella de su lado y yo del mío, que dificil vivir en comunidad. Pienso que es el día perfecto para congelar las penas, que mas da.
He pasado la noche más larga de mi vida, en la cima de una montaña, en temperaturas negativas, sin la ropa apropiada, doblada en cuatro en una tienda de campaña. Me falto calor humano, y yo que pensé que compartir, ayudar, auxiliar, era cristiano.