Primero fue la oscuridad, el negro, la nada. El resplandor de las tinieblas.
Nacemos ciegos. Es la vida quien se encarga de cincelarnos, de esculpirnos, de marcarnos. Es ella también quien poco a poco, lentamente, en un proceso pausado nos abre los ojos.
La vida es el inventor, el creador, el artista. Nosotros tan solo somos simples materiales – dóciles o rebeldes – que a través de intentos y yerros, aprendemos a ver ese paraíso - o ese infierno - , al que cada dìa llamamos "presente".
De pronto sentí una mano recorriendo mi cuerpo, cinco dedos acariciandome la piel. Apreté los párpados e intenté recordar la noche anterior. El me había ofrecido cobijo entre sus sábanas, yo había dudado un segundo antes de dejarme tentar por la invitación.
Guardé mi postura en la cama. Abrí lentamente los ojos y me topé con su mirada apuntando hacia mis ojos. Me pregunta si dormí bien, pero confusa aún por la situación, no logro responder.
Me observa minuciosamente de arriba a abajo, como si me viese por primera vez o quizás intentando adivinar mis pensamientos. Sabe que siempre he sido enigmática y reservada, pero si pudiese realmente leerlos sabria que sigo anhelando sus caricias.
Vuelve a romper el hielo preguntádome si tengo hambre, pero mi respuesta no llega; sin embargo no parece molestarse por ello, me guiña un ojo y se pone de pie. Lo observo alejarse de la habitación caminando semidesnudo por el pasillo.
Ya lejos de su mirada, inicio el ritual de las mañanas: observo mis extremidades, encorvo la columna vertebral, estiro poco a poco los músculos del cuerpo. Sé que en unos instantes, estaré detrás de él, alzando la cola de contenta y maullando, para pedir, solicitar, reclamar que es hora de darme el primer bocado del día.
Dije que sí podia, que de mi lado no habria inconveniente alguno, que en otras épocas solia laborar sábados, domingos y hasta feriados. Que trabajar un par de horas más a la semana era completamente aceptable. Hubo un acuerdo, un trato, un convenio. Imaginé que sería como volver a montar en bicicleta. Pero he comprendido que si bien es cierto, la mente recuerda, el cuerpo sí olvida.
El lunes 11 horas confinada. « Ufff, que duro es quedarse en la oficina tantas horas, con tan maravilloso sol allá afuera»
El martes 11 horas. « Vamos al cine ? ah ! que, la película ya comenzó ? ¿cómo que llegué tarde ? »
El miércoles 10 horas y 30 minutos. « Adoro levantarme temprano, y pasar 45 minutos de más, atascada en el tráfico. Mitad de semana ya »
El jueves 12 horas. « Apago la computadora, lista para escapar a casa.. y derrepente..cómo es eso que aún me tengo quedar ? Esto va de mal en peor, una hora más ! »
El viernes 11 horas. « 10, 9, 8... Como reo en carcel, cuento las horas para mi liberación »
Más de 55 horas de trabajo en una semana. ¿ Cómo pude aceptar ser prisionera de ésta tiranía? Ha sido una semana de terror. Agotamiento, ojeras, desgana. ¿A dónde se fue la fuerza de antes? Este supremo cansancio ha de ser resultado del cuerpo, los años, la vida, ya sabes…
Caperucita roja -la del cuento pero ya grandecita-, planea visitar a su abuelita enferma este fin de semana, llevando en la canasta lo de costumbre : pastelitos y dos botellas de vino – como si con eso se curara la vieja alcohólica. Anuncia que atravesará solita, el bosque peligroso -el domingo al mediodía para los interesados- y se distraerá recogiendo flores en el camino de la derecha durante unos minutos, por lo que hace un llamado a todos los lobos crueles, degenerados y salvajes de ojos, orejas, dientes y garras grandes – de fuerza bruta animal y zapatón, si posible depilado pero no indispensable- para que le dé el encuentro en el camino; se beban las botellas de vino y alegremente desalojen de casa a la abuela que anda calentando la cama, esa que les hará falta para pasar un momento a solas agradable.
No se aceptan lobos con buenas intenciones, principes azules, ni sapos disfrazados.
El fin de semana, él suele abrir y cerrar la puerta de forma constante, al ritmo de las risas y de la mùsica. Una vez màs, acaba de abrir esa puerta, la del refrigerador, y lo que observa es una imagen apocalìptica, horrible, espantosa; entonces el pànico se instala en su rostro al comprobar que "ya no hay cervezas".
El lector –Tú – se sienta frente a la computadora y adopta una postura única e inconfundible. Una posición con copyright.
Desde su punto de observación, hace un alto en un blog – escogido al azar o guiado por todo los santos-, mira, analiza sea un relato, un discurso, un paisaje o una canción.
El lector, lee de manera silenciosa –como yo-, murmurando o en alta voz. Busca pistas, rastros, indicios. Hurga, explora, construye su propia interpretación.
El lector tiene sus rituales, sus placeres y sus consuelos,
Se asombra, se rie, es indiferente y en otras ocasiones jardinero.
Hay lectores que pasan sin dejar huella –como yo-
Que leen desde la clandestinidad –como yo-
Que disfrutan del voyeurismo –como yo-
Que aman el exhibicionismo – como yo-
Los lectores-comentaristas de este blog son animados en su mayoria,
Pero también los hay serios –con anteojos y mirada severa-
Filósofos, consejeros y conocedores de la vida,
Estan los amables, sonrientes, críticos – los expertos en geología-
El lector-amigo, también es ingenioso, simpático y sociable;
No falta el perspicaz, musicólogo y los clarividentes.
También hay lectores cariñosos y táctiles –como los que dejan abrazos de oso-
Y siempre estan presentes los amorosos con besitos o los super archi amorosos con besazos
En signo de buena vibra, amistad o confianza – o será que se mueren de ganas de dármelos ?!-
El lector –YO- exploro el mundo metiendomelo en los ojos,
Al leerlos -a ustedes- contruyo pequeños cosmos – y los conozco-,
Y si alguna vez escribo –querido lector- es porque estan naciendo en mi las ganas, de estar leyendo.
Si alguna vez me lees, - y además me haces publicidad -, te has ganado un merecido abrazo y con ello el reino de los cielos !!
Este es un blog abierto...
.... y siempre son bienvenidos. Gracias por pasar.
